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Oscar Portela
CANTO PARA EL OCASO DEL MUNDO
...

Mirenme ahora a los ojos, calmos lagos,
ciegos como los ojos del anciano y
solitario ex Rey en Colona, mirenme asì,
sin esperar sin esperar ver el final ni el vuelo
de las aves, adentrandome
............................................en la oscura caverna
de la que no salimos nunca, oh Prometeo,
nosotros, yo, raza de traidores
por los Dioses burlados
y los dìas, sustancia de inmortales:
asì me veo ahora, en futil conocimiento,
la citara y la flecha, no son màs
inùtiles prendas, de quien và a perecer
comoi Paris en Troya, sintiendo
como se paga la luz, la luz, con el
consentimiento de los Dioses,
inùtil atavio, lujo de quienes ignoran su
destino. Volber, volber siempre al decierto
del cual partiò el mortal,
jugando con alucemas y con rozas,
pactando con sonrientes inmortales
que ahora, separados del hombre,
miran girar en el vacio el destino mortal:
guerras, violencias, depredaciones,
galeras convertidas en naves donde
se gestan monstruos màs insidiosos
que las Parcas, hombres con lenguas
bisfidas y de largas palabras
que ocultan el Ocaso que viò Edipo
hace siglos, antes de que todos
los soles se apagaran en ardentìa
de Caos, como se apagan hoy,
en medio de solitarias muchedumbres
........................................................... que ignoran
el fin de primaveras y de luces:
hombres pequeños que han descubierto
la duraciòn efimera como el Poder
que afirma "seamos como Dioses",
mientras la vejes se hace con las cosas
que el hombre crea para alcanzar
la Infinitud del tiempo: Asì, yo, como
Edipo, abandonado por las luces
del cielo que iluminaran mi niñez,
de los caballlos que Agamenon pusiera
a las puertas del oro, de rumorosas aguas,
y de flores, veo como el Tirano Egisto
impone el crimen y sin posada ya,
siento pasar los dìas,
sin lamentos ni lutos,
porque toda parodia se repìte,
y en lo profundo de la caverna yace
el animal que espera otro animal de
muerte, dispuesto a dominarlo todo,
e ignorar que la burla del Dios y el
sacrosanto Buho, son apenas la riza
de maquinas de hierro,
que en el decierto moran, esperando
la muerte.

...
Oscar Portela
Junio 2002