Procurar imagens
     
Procurar textos
 

 

 

 

 


 

 

El Poema de Gilgamesh

Tablilla VII

Las dos primeras columnas de esta tablilla, el sueño de Enkidu, faltan en la Versión Asiria.

«[...]... Entonces llegó la luz del día».

[Y] Enkidu respondió a Gilgamesh:

«[O]ye el sueño que tuve anoche: Anu, Enlil, Ea y el celestial Samas [Celebraban consejo].

Y Anu dijo a Enlil: "Porque el Toro del Cielo mataron, y a Huwawa Mataron; por consiguiente", dijo Anu, "uno de ellos, Aquel que taló los montes del cedro, [Debe morir]".

Pero Enlil dijo: (10) "¡Enkidu debe morir; Pero Gilgamesh no morirá!

Entonces el celeste Samas respondiá al bravo Enlil:

¿No mataron por orden mía Al Toro del Cielo y a Huwawa? ¿Debe ahora el inocente Enkidu perecer?"

Pero Enlil se enfrentó Iracundo con el celestial Samas: "Porque muy semejante A un camarada suyo, tú bajaste a diario hasta ellos"».

Enkidu cayó (enfermo) ante Gilgamesh. Y mientras susl lágrimas se deslizaban (dijo):

«¡ Oh hermano mío, mi querido hermano! ¡ A mi tenían que Perdonar a expensas de mi hermano!»

(20) Además:

«¿Tengo yo junto al espíritu (de los muertos) Que sentarme, en la puerta del espíritu, (Y) jamás de nuevo [contemplar] a mi querido hermano con (mis) ojos?»

El resto se ha perdido. En una postrera revisión de su existencia, Enkidu parece lamentar los sucesos que le han llevado a tan triste trance, maldiciendo las etapas sucesivas de su vida predestinada. Una de sus maldiciones, conservadas en un fragmento asirio, se dirige contra la puerta que lisió su mano.

(36) Enkidu [...] levantó [sus ojos], Hablando a la puerta como si [fuera humana]: «¡Tú, puerta de los bosques, incom[prensiva], No dotada de entendimiento! (40) A veinte leguas de distancia elegí tu bosque, (Mucho) antes de que contemplara el cedro altivo. No tiene igual tu bosque [en la tierra]. Seis docenas de codos es tu altura, dos docenas tu anchura, [...] Tu poste, tu poste contera, tu poste tirador [...]. Un maestro de artífices de Mppur te construyó [...]. Si hubiese sabido, oh puerta, que esto [sucedería] Y que ésta [tu] belleza [...], Hubiese enarbolado el hacha, hubiese [...], ¡Hubiese colocado un marco de caña sobre [ti]!»

Sigue una extensa laguna. Cuando el texto se restablece, Enkidu, prosiguiendo su amargo balance, invoca la maldición de Samas sobre el cazador.

(III)

«¡[...] destruya su riqueza, disminuya su poder! Sea su [camino repugnante] en tu presencia. Escapen [las bestias que quiera apresar] delante de él. ¡[No] con[siga] el cazador la plenitud de su corazón!»

[Después su corazón] urgió(le) a maldecir a la ramera:

«¡Ea, moza!, decretaré (tu) [desti]no, ¡[Un desti]no que no concluirá en toda la eternidad! Te maldeciré con maldición grandes, [Un juramento] cuyas maldiciones pronto te abrumarán. (10) [...] exceso de tus encantos.

(11-17) (mutilado)

[...] arrojará en tu casa. [... ] el camino será tu morada, [La sombra de la pared] será tu paradero, [... ] tus pies, [Los fatuos y los sedientos herirán] tu mejilla.

(23-30) (mutilado)

Por mi [tú has ... ] Y por [...] sobre mí.» Cuando Samas oyó [estas palabras] de su boca, Sin dilación le gritó [desde] el cielo:

«¿Por qué, oh Enkidu, maldices a la ramera, Que te hizo comer manjares dignos de la divinidad, Y te dio vino propio de la realeza, Que te vistió con nobles ropas, Y te hizo poseer el noble Gilgamesh por camarada?

(40) ¿Y Gilgamesh, tu amigo cordial, No te ofreció un lecho preclaro? Te hizo ocupar un lecho de honor, Te colocó en el asiento de la holgura, en el asiento de la izquierda, ¡Para que [los prín]cipes de la tierra besaran tus plantas !

Hará que las gentes de Uruk lloren por ti (y) se lamenten, Que el pueblo [alegre] gima por ti. Y, cuando te hayas ido, Su cuerpo de pelo intenso cubrirá, Pondráse una piel de león y errará por la estepa».

[Cuando] Enkidu [oyó] las palabras del valiente Samas, [... ] su corazón vejado se aquietó.

Laguna breve. Tranquilizándose, Enkidu cambia su maldición en bendición. Habla de nuevo a la muchacha

(IV)

«Así [... ] vuelva a tu lu[gar... ] . [Reyes, prínci]pes y nobles [te] amarán. [Ninguno por ti se] golpeará el muslo. [Por ti el anciano] meneará su barba. [... el joven] desceñirá su cinto. [...] cornerina, lapislázuli y oro. [Así sea retribuido] quien te mancille, [Quede su casa vacía], su colmado almacén. [A la presencia de] los dioses [el sacerdote] te permitirá entrar, [Por ti] se abandonará la esposa, (10) (aunque sea) madre de siete».

[... Enki]du, cuyo humor es sombrío, [...] yace a solas.

Aquella noche [comunica] sus sentimientos a su amigo:

«[Amigo mío], vi un sueño anoche: Los cielos [gemían], la tierra respondió2; [... ] yo estaba [sol]o. [... ] su faz se oscureció. Como en [...] era su rostro. [... como] las garras del águila eran sus zarpas. (20) [... ] él me dominó. [... ] él salta. [... ] él me sumergió.

(23-30) (mutilado o ausente)

[ ... ] ... él me transformó, De forma que mis brazos eran [... ] como los de un ave. Mirándome, me guía a la Casa de las Tinieblas, La mansión de Irkalla, A la casa que no abandona quien entró en ella, Por el camino que no tiene regreso, A la casa cuyos habitantes carecen de luz, Donde el polvo es su vianda y arcilla su manjar. Están pergeñados como pájaros, con alas porvestiduras, Y no ven luz, residiendo en la oscuridad.

(40) En la Casa del Polvo, en que había entrado, Contemplé [gobernantes] sin sus coronas; [Vi príncipes], a los (nacidos) para la corona, Que habían regido la tierra desde días pretéritos. [Estos dobl]es de Anu y Enlil servían carnes asadas; Servían pasteles y escanciaban Agua fresca de los odres.

En la Casa del Polvo, en que había entrado, Reside el sumo sacerdote y el acólito, Reside el encantador y el extático, Residen los lavadores, ungidores de los grandes dioses. Reside Etanal, reside Sumuqan.

(50) Ereskigal [vive allí], Reina del submundo, [Y Belit-]Seri, registrador del mundo inferior, se arrodilla ante ella. [Ella mantiene una tablilla] y la lee. [Levantando] su cabeza, me contempla:

[Diciendo: "¿Quién] trajo a éste aquí?"»

Falta el resto de la tablilla en la Versión Asiria, pero pueden destacarse los siguientes fragmentos

(4) «¡Recuerda todos mis viajes [con él]! Mi amigo vio un sueño cuyos [augurios] eran des [favorables]:

El día en que vio el sueño terminó Abatido está Enkidu.

Un día, [un segundo día]. [El sufrimiento de] Enkidu, en el lecho, [aumenta]. Un tercer día, un cuarto día [... ]. (10) Un quinto día, un sexto y un séptimo; Un octavo, un noveno [y un décimo día], El sufrimiento de Enkidu, en el lecho, [aumenta]. Un undécimo y un duodécimo día [... ]. [Abatido] está Enkidu en su lecho [de dolor].

Al fin llamó a Gilgamesh [y le dijo]:

"Amigo mío, [...], ¡me ha maldecido! [No] como el que [cae] en batalla [moriré], Pues temí la batalla [... ]. Amigo mío, el que [muere] en la batalla [es bendecido]. Pero yo, [.. ]"»