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Oscar Portela
Luisa Mercedes Levinson o las Potencias del Mito
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EL MITO Y LA PARODIA
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El que aún no hayamos oído ni correspondido a la severa admonición de Heidegger acerca de que no existe más porfiado enemigo del pensar que la razón, es algo que da que pensar: algo también por lo cual la inesencial esencia del mito continua escapándonos, al mismo tiempo que la oculta esencia donde se unen mitos y logos. Se dirá que el mundo moderno vuelve lentamente a intentar un ordenamiento cosmológico del universo, una cosmogonía, y que ésta y por vía de ésta, dioses y héroes, mortales e inmortales, vuelven por otras vías a acercar poesía y pensar. Pero se trata de una falsa vuelta. Precisamente de una vuelta que de ninguna manera recupera la esencia del tiempo, como aquello que no cesa de advenir a si, manifestándose en la multiplicidad y no deja de manar la ambigüedad del sentido del origen. Justamente por ello, asistimos a la eclosión o implosión de un irracionalismo engendrado en el seno mismo de la impensada esencia de la técnica.

Todo una mitología espúrea se regodea en la desconfianza de los productos de la razón. Se teme a la "razón". Incluso el comics, la fantaciencia, la cábala, el esoterismo, las historias de las religiones, vuelven a abrir el abismo sobre el cual se edificó durante siglos el dualismo maniqueo de bien y mal, por el cual el mundo, como decía Artaud, "es el abismo del alma".

Pero aún continuamos sordos pues pensar es recogerse en el agradecimiento donde se reúne - el tímpano - la presencia de lo constante, para sostenernos en lo mismo que difiere de sí, en el pensar como pensar del ser y lenguaje, del ser en el "decir" de la poesía. No es suficiente que por todas partes se intenten rescatar los "mitos". Los mitos no se restauran como los iconos.

Ellos permanecen mudos y solo hablan a aquellos que jugando, repitiéndolos hasta la parodia, hasta la risa, hacen estallar el sentido, los dioses y las mismas imágenes divinas, subsumiéndolos en el sin sentido de la parodia y de la falta de origen. Ni historia circular ni historia lineal. No sentido o sentidos múltiples. Re-comienzos desde puntos de partida abordados.

Movimientos de la inmovilidad. Nomadismo de la gregariedad. Se equivoca Eliade cuando habla del mito como refugio del terror de la historia. La historia es ya sólo un tema en desuso. No se trata del fracaso de los historicismos, ni de las ideologías como religiones laicizadas. Todo el ruido de la historia - de lo que comúnmente se entiende como historia - no nace sino del miedo a lo que Unamuno llamaba "intrahistoria". El miedo al murmullo de la repetición indiferenciada del origen y el silencio del antes del habla - del lenguaje - "escriturado" en el cual un mundo adviene al hombre, quien desde entonces yerra - "erra de errancia"- en un "mundo interpretado". Pero aun advirtiendo que el irracionalismo es sólo la sombra que proyecta la razón, y el mito siempre es "ctónico" y no uraniano, asistimos a una universal reparación del mito. Basta para ello que los defensores del "mito", opongan intuición poética a interpretación mecanicista y racional de la realidad y el milagro se habrá realizado.

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