Oscar Portela
Bitácora del abismo

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El peligro del abismo

Las carcajadas de Hop-Frog todavía suenan en mis oídos. Los asistentes a la fiesta reían a más no poder. "Ver sucumbir a las naturalezas trágicas y poder reirse de ello, es divino", decía Nietzsche. Aunque acá Hop-Frog había destruido los símbolos de una humanidad que se representa a sí misma en esos espejos deformantes que son los organismos jurídicos internacionales. Quizá en su intrepidez, Hop quemó al mismo representante de la humanidad; mas ¿qué es eso de la humanidad?, se preguntaba ya Unamuno en los orígenes del siglo XX. La humanidad no es sino una abstracción jurídica, que vive bajo el imperio de la ley, que siempre tiene un origen mítico y se impone de manera violenta.

La ley es violenta, pero cuando cae bajo el imperio de la técnica, de la concentración del poder de la técnica, que es la red de la información y el fantasma del capital, se convierte en la violencia absoluta. Después de mí ¿quién?, podría decir Hop-Frog después de haber destruido la ley que mantiene un orden jurídico mundial, que es la máscara incendiada de lo aórgico, del Caos.

Humanidad y derechos humanos son parte de la hipocresía de un teatro en llamas y de un payaso al que nadie le cree. Jacques Derrida, el único filósofo al que podemos citar en un texto capital en el que describe al político, al líder, al hombre publico de hoy, dice que se trata de "un personaje de representación medático en el momento mismo en que la transformación del espacio público -precisamente por los media- le hace poder lo esencial del poder..." (Los espectros de Marx, p.93). El poder débil necesita de la violencia para mantener un orden que es genocida: lo que Derrida reconoce como la reaparición de ejércitos de fantasmas, camuflados bajo los signos arcaicos de lo paramilitar (guerras interétnicas, nuevas formas de colonialismo, de xenofobia); lo que se creía sepultado bajo el orden comtiano o hegeliano de la razón.

Una y otra vez debe preguntarse uno ¿por qué deben existir potencias nacionales o trasnacionales amparadas en el poder atómico y otros no? La respuesta será arcaica: porque representan el mal, el caos, la sinrazón. Escuchad las carcajadas de Hop-Frog y el Secretario de las Naciones Unidas (mientras arde no logra aún escuchar sus carcajadas). La nueva cruzada, emprendida esta vez de modo planetario por los cruzados de la "justicia", no es sólo como ya dijimos, un espectro más de la violencia que hace caer al hombre (sin fundamento) por debajo de sí mismo, sino que nos hace penetrar en la zona que también describiera Tarkovski en "Stalker": La creciente desertificación del mundo ("el desierto está creciendo, hay del que alberga desiertos") en la cual el otro es sólo pura virtualidad.

Pero la razón occidental, la más cruel, a la que le importó jamás no haber podido solucionar las mínimas aporías políticas, pone a la humanidad al borde del abismo. ¿Por qué querían entonces los filósofos -comenzando por Jaspers, hasta Lowith y los más virulentos- el perdón de Heidegger o la II Parte de una Ética que no puede escribirse en nombre de ninguna humanidad si no existe ningún sujeto salvo el desierto que crece?

Y aunque lograron desplazar a Heidegger de las Universidades, lo que el liberalismo, el neoliberalismo y las democracias sociales siguen llamando derecho, no ha apagado las llamas de un teatro que se fragmenta e incendia cada día más a pesar del creciente dominio del hombre sobre el Ente. Y quizá por ello mismo ningún verdadero orden reinará en este mundo.

Interpretar profecías es sólo poblar el desierto de otros espectros, cuando los fundamentales no han respondido todavía a las preguntas fundamentales del hombre.

 

Oscar Portela, nacido en la provincia de Corrientes ( República Argentina) el 5/13/50, es considerado hoy por las más importantes voces de la literatura de su país, como una de las más potentes voces de la poesía y el pensamiento latinoamericano. Administrador Cultural, ha ocupado importantes funciones en su provincia y ha integrado por dos periodos consecutivos la Comisión Directiva de la Sociedad de Escritores de la Argentina, presidente de la misma entidad en su Provincia, Director de revistas como Tiempo y Signos, entre otras, es y a sido Asesor de Cultura de la Honorable Legislatura de la Provincia de Corrientes. Doce títulos de su obra poética editadas (Senderos en el Bosque, Los Nuevos Asilos, Memorial de Corrientes, La Memoria de Láquesis, etc), y obras ensayísticas en las que se ocupa preferentemente del pensamiento filosófico contemporáneo, (Nietzsche sonámbulo del día), le han valido la consideración de importantes pensadores de su país.

Ha publicado en España, México, Venezuela, Paraguay, y casi todos los medios de prensa de la Argentin y dictado conferencias en España, Paraguay y provincias Argentinas. Asimismo es especialista en critica e historia del cine y es autor de letras de obras musicales en su mayoría inéditas.