DON QUIJOTE   DE LA MANCHA ACONSEJA A UN POETA HISPANOAMERICANO DEL SIGLO XXI
Raúl Henao

Rescate en el aire nocherniego del barrio

el perfume de la pomarrosa, un nido de torcaza

en el entrepaño   de la ventana.

Y luego ponga alto en la mañana
 la música de un tango o una guaracha
 mientras termina de bajar de la cama
 para ir al baño en el corredor del hotel.
 No importa que a su   paso se interpongan
 molinos de viento, rebaños de carneros
 galeotes encadenados o toneles de vino.
 

O que de vuelta en la habitación

se aventure en sus brazos

 alguna Maritornes, enemiga y hechicera.

El mundo, ya se sabe, es del color conque se mira

y hasta la bacía   del barbero puede parecerle
el yelmo de Mambrino.
La Edad de Oro no tiene pasado ni futuro
porque a cada instante se levanta de sus ruinas
en el corazón humano,
aunque su Frestón cotidiano - cordura o cobardía -
no le permita apreciarlo de ese modo,
al subir a diario al autobús.
In memoriam Mario Cesariny