MANSION ARTAUD /EL NIÑO Y LOS SORTILEGIOS
TEXTOS E IMAGENS DE MANUEL LOZANO
30-08-2003 www.triplov.com
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priapolis_03


CONSTRUCCION ALEGÓRICA SOBRE EL VIENTRE DE LA ARAÑA

La araña que atrapas con la mano,
Y está en palacios de rey.
Proverbios, XXX, 28

Me arrojan a paredes, me sumergen, me sepultan

donde nunca he de estar,

allí mismo donde irrumpen las crueles dinastías de fantasmas,

el deseo y sus aves de marfil.

Éramos el tiempo de la dicha.

La luz languidecía entre las arpilleras

y los objetos carnívoros y los estibadores.

Mi brazo arranca piedras de tu sexo.

El tacto diminuto sube por las pieles

hasta hacer del amor la grandiosa impostura.

¿Quién, pero quién arroja el saldo

de tu desesperante errar por la noche?

¿Por qué no confiesan el asco de volver

con un grito sobre las plumas de mi carne,

la soledumbre, las babas, el temblor?

Serán membranas revelándose

ante una cueva de forajidos, tatuados

en las cámaras del odio.

Hoy se extinguen los silenciadores.

Bajo cualquier mutación, entreabierto,

se retuerce un latido, desvaría,

como la puerta avara en los ojos de una loca.

Está crucificándose este gesto

sobre el pedernal desollado

en que colocan tu cadáver.

Hazme una señal.

Repliégame entre los alcatraces

para despedazarme de a poco.

¡Mamparas anómalas del hambre,

pezones cortados en la guerra!

Te recogerían, lo sé, aquellos súbditos

con sus sacos de lluvia

como al dios de la leyenda,

o tal vez como a Lázaro en el alba del terror.

Espumarajos salen de esta boca.

Incrústame, coagúlame

en el ruinoso zaguán de los exilios.

¿Toda plegaria es un perverso guijarro

contra la pasión y la fuga?

La vagabunda tiene el cuerpo de los profanados.

¿Han de envolverla, al fin

con las fisuras de mi transparencia?

¿Cómo un quejido entre las risas?

Curtida en el sordo ronquido de la emboscada,

invadida por tenues mareas de otro adiós,

escupe el veneno hasta nosotros.

París, 18-X-2001



EN EL ÓVALO CLARO
(Kandinsky, 1925)

El viejo animal se revuelca en los charcos.

La lluvia trae historias de ahogados

y no hay, no habrá testigos.

¿Con qué pelaje aguardo el alba de mis noches?

¿En qué lindes seré intruso de un carnaval de piojos?

Farfullan los huéspedes.

Cantas con los escombros

para adormecer la navaja.

Díganme ahora si el disfraz

preside las sesiones.

París, 22-X-2001