Francis Bacon (1561 - 1626)
La Nueva Atlántida

Fonte: http://www.dominiopublico.gov.br/

INDEX

Introducción
Chegada a Bensalem
A Casa dos Estrangeiros
História de Bensalem
O rei Salomão
A Festa da Família
Moral e casamento
O mensageiro
Colégio da Obra dos Seis Dias
Dos jardins e sua construção
Das obras da ciência
Os Mercadores de Luz

Nota: Os títulos do Index são nossos. TriploV

O mensageiro

Continuábamos nuestra charla cuando entró una especie de mensajero, vestido con una rica capa y habló con el judío; entonces, éste se volvió a mí exclamando:

"Perdóneme, pero tengo orden de salir con urgencia."

A la mañana siguiente vino hacia mí, alegre al parecer, y dijo:

"El Gobernador de la ciudad ha sabido que uno de los padres de la Casa de Salomón va a llegar hoy; no hemos visto a ninguno de ellos desde hace doce años. Su llegada se celebrará con gran pompa, pero la causa de su venida es secreta. Les facilitaré a usted y a sus amigos un buen sitio para presenciar su entrada."

Le di las gracias, diciéndole que me alegraban mucho las noticias. Hizo su entrada al día siguiente. Era un hombre de edad y estatura media, de aspecto gentil, y parecía como si compadeciera a los hombres. Vestía ropas de buen paño negro, con amplias mangas y una esclavina; la ropa de debajo era de excelente hilo blanco, le llegaba hasta los pies y estaba ceñida por un cinturón; una estola le rodeaba el cuello. Calzaba unos bellos guantes con piedras preciosas engarzadas en ellos y zapatos de terciopelo color melocotón. El cuello lo tenía desnudo hasta el comienzo de los hombros. Su sombrero parecía un casco, o una montera española; sus bucles le caían por detrás con naturalidad. La barba, un poco más clara que su pelo oscuro, la tenía recortada en forma redonda. Venía en una rica carroza, sin ruedas, a modo de litera, con dos caballos a cada lado ricamente enjaezados con terciopelo recamado de azul, y dos palafreneros a cada lado vestidos del mismo modo.

La carroza era toda de cedro, dorada, y adornada de cristal, excepto en la parte delantera donde tenía paneles de zafiros, engastados en los bordes de oro, y en la parte posterior lo mismo pero en esmeraldas de color Perú. En lo alto, en la mitad, había un sol radiante dorado; también en lo alto, en primer término, se veía un pequeño querubín de oro con las alas desplegadas. La carroza estaba cubierta con un paño dorado bordado en azul. Ante él iban cincuenta servidores, todos jóvenes, vestidos con casacas, hasta la rodilla, de satén blanco; medias de seda blancas, zapatos de terciopelo azul, y sombreros de terciopelo azul con bellas plumas de diversos colores colocadas alrededor en forma de bandas. Delante de la carroza iban dos hombres, descubierta la cabeza, con túnicas hasta los pies, ceñidas, y zapatos de terciopelo azul; uno de ellos llevaba un báculo, el otro un cavado de pastor; no eran de metal sino el báculo de madera de bálsamo, y el cayado de pastor, de cedro.

No se veía ningún hombre a caballo, ni delante ni detrás de la carroza; al parecer era para evitar cualquier tumulto o molestia. Detrás de la carroza marchaban todos los funcionarios y jefes de las corporaciones de la ciudad.

El recién llegado estaba sentado solo, sobre almohadones de una excelente felpa azul; sus pies descansaban en curiosas alfombras de diversos colores, mucho más bellas que las persas. Llevaba levantada una mano como si bendijera al pueblo, pero permanecía en silencio.

La calle estaba maravillosamente organizada, tanto que el orden que mantenían las personas era superior al orden de batalla en que pudiera estar cualquier ejército. La gente no se amontonaba tampoco en las ventanas, sino que cada persona se hallaba en ellas como si hubiera sido colocada de antemano.

Cuando hubo acabado el desfile, el judío me dijo:

"Lamento no poder atenderlo como quisiera, pero la ciudad me ha encargado que prepare los agasajos en honor de este personaje."